DÍA MUNDIAL DE LA DISCAPACIDAD.
Uno de los secretos de su éxito ha sido, según sus palabras, el apoyo de su profesorado; todavía se acuerda de aquel profesor que cuando tenía siete años le dio la noticia. «Me dijo que tenía síndrome de Down y que si sabía lo que era. Yo le dije que sí, pero no tenía ni idea. Y le pregunté: ¿Soy tonto? Pero él me contestó que no y que podía seguir estudiando. No me di cuenta de lo que supuso hasta muchos años después».
Por otro lado, siempre tuvo a una familia que le apoyaba sin sobreprotegerlo “Me dejaron ser autónomo. Me enseñaban, me estimulaban y me exigían al máximo. Siempre confiaron en mí y en mis posibilidades. Ahora pasa lo contrario y hay un control excesivo sobre los niños. Creo que es bueno que vayan solos y se espabilen».
Cabe destacar uno de sus hándicaps, y es que a pesar de que estudió Magisterio no puede ejercer de profesor “Muchos padres no aceptarían que les dieran clase a sus hijos una persona con síndrome de Down”, comenta.
A pesar de las dificultades que pueda vivir, su forma de afrontarlas es con una sonrisa y un deje de esperanza en el futuro, “Una sociedad con mejores valores, en la que la diferencia sea vista como un valor y no como un problema o defecto”. Unas palabras que no hacen sino repetirnos ideas como las de la integración social o la igualdad, factores importantes que garantizarán que toda la ciudadanía pueda afrontar sus propios desafíos personales, sean cuales sean.